Dominicano, el Bautismo
Dominicanos, el Bautismo
¡ Salve, Dominicana, Los que estamos dispuestos a morir por tu continuidad histórica te saludamos !
Previa la creación de la Junta Central Gubernativa de Santo Domingo, aparece un documento que conocemos como ¨El Manifiesto del 16 de Enero de 1844¨. Éste documento, considerado como la declaración de independencia nacional, es donde se postularon tanto las forma de gobierno, como los ideales que regirían lo que vendría a ser la República Dominicana.
Luego de un detalle histórico de las razones que movieron a los habitantes de la parte este de la isla, también conocida como ¨Española¨ o Santo Domingo, a separarse de la República de Haití, aparece, casi al final del manifiesto una oración, que entendemos es el bautismo, del gentilicio ¨Dominicano¨.
! Dominicanos ¡ (comprendemos bajo esta denominación a todos los hijos de la parte oriental y a quienes quisieran seguir nuestra suerte) el interés nacional nos llama a la unión. (Manifiesto del 16 de Enero, 1844, Archivo General de la República Dominicana)
Queremos detenernos brevemente y analizar el significado de este bautismo. Nos referimos a ¨Nombrar¨, para identificar quien es Dominicano.
Dominicano no puede en aquel entonces ni ahora definirse ostensivamente, ya que, después de 1492, como resultado de la codicia española, que llevó a la exterminación de los nativos, nuestra etnia es una amalgama. No podemos señalar con el dedo índice, y asociar a la persona siendo señalada con el término, tomando como premisa su tez, o apariencia física.
El manifiesto ofrece muy pocos referentes. Utilizamos el término referente como lo describe el filosofo Saul Kripke: el objeto que satisface exclusivamente la condiciones de la descripción definitiva.
- A todos los hijos de la parte oriental. Inferimos de éste referente, sin que esto sea ligado a la batalla generada por la Sentencia 168-13 del Tribunal Constitucional, a los nacidos en la parte oriental.
- A quienes quisieran seguir nuestra suerte.
¿ Podriamos argumentar que el haber nacido en la parte oriental de la isla no necesariamente le convertía en Dominicano? Aparentemente es asi puesto que la Junta, en el decreto del 6 de Mayo del mismo año, retira los derechos civiles a cualquier dominicano que permaneciese fuera del país por más de tres meses, a partir del 9 de Marzo del 1844.
Esto parece indicar que, dimitieron algunos que, aún habiendo nacido en la parte oriental, no quisieron participar en la aventura recien iniciada, a pesar de su pertenencia al conjunto por ius solis.
De igual manera, se extiende el gentilicio a extranjeros que se identificaran con la gesta independentista. Entonces, el nacimiento en el suelo oriental de la Española no es un designador rigido, siguiendo los conceptos de Kripke.
El término Dominicano, en aquel entonces, podría ser definido, utilizando el Manifiesto, como: cualquier persona, nacida en la parte oriental de la isla Española o no, que se identificase con la gesta separatista del gobierno haitiano, que inició en Febrero del 1822, bajo la administración de Boyer, y que, además, concuerdan con los principios definidos en dicho manifiesto.
Dominicano, entonces, no es un gentilicio per se, pues no se limita a los habitantes de una parcela geográfica en particular, ni a una casta, ni una étnia pura (si es que existe alguna, como creen algunos).
¿ Que significa Dominicano en la actualidad ?
La Real Academia de la Lengua Española, define como Dominicano:
dominicano, na.
(De dominico).
1. adj. dominico (‖ de la Orden de Santo Domingo). U. t. c. s.
2. adj. dominico (‖ perteneciente a dicha orden).
3. adj. Natural de la República Dominicana. U. t. c. s.
4. adj. Natural de Santo Domingo, capital de la República Dominicana. U. t. c. s.
5. adj. Perteneciente o relativo a ese país de América o a su capital.
Esta definición, desde nuestro punto de vista, se queda corta, pues excluye a:
- Quienes se naturalizan
- Quienes contraen matrimonio con un dominicano o dominicana
- Los descendientes directos de dominicanos en el exterior
E incluye, o no discrimina:
- A personas que atentan o han atentado contra la continuidad histórica del país
- A personas que han cometido actos que atentan contra los intereses nacionales
- A personas que renuncian a su nacionalidad de facto, habiendo adquirido o no otra nacionalidad
El Dominicano, utilizando la ciudadanía como marco de referencia, es quien se identifica con la sociedad dominicana, miembro de la comunidad política que cumple con sus deberes, y disfruta de los derechos asignados a tales.
No podemos definir o identificar a un dominicano o dominicana por religión, raza, pues tenemos de todos los colores, o ningún otro parámetro tradicional.
Aunque nuestro idioma oficial es el Español, hay miles que hablan algo parecido a éste, sin que pueda ser considerado un dialecto, y otros, que pronuncian verbos, adverbios, adjetivos en español, pero que no están hablando el idioma.
Culturalmente, nuestra música, artes, y comidas se han permeado con elementos exógenos que distorcionan lo que tradicionalmente era autóctono. La proximidad alcanzada por los avances en las telecomunicaciones han hecho desaparecer las fronteras físicas y culturales en todo el mundo, del cual formamos parte.
El Dominicano, que nace el 16 de Enero del 1844, cuenta ahora con una definición y con designadores rígidos, ya que la frontera aún existente puede ser definida con Sistemas de Posicionamiento, lo que hace más fácil la ubicación geográfica (mientras se conserven las 313 pirámides), contamos con reconocimiento internacional, y una constitución que identifica con mucho mayor claridad los nacionales.
A diferencia del Dominicano del 1844, nuestra identidad nacional, y el deseo de la prolongación o perpetuación de la continuidad histórica, no son tan cohesivos como entonces. Nuestros enemigos no son identificables con la facilidad de otrora, ni los habitantes de la parte oriental cuentan con la visión necesaria para interpretar el oráculo político actual o futuro.
El Manifiesto, da origen al término Dominicano, y con él, los cimientos de un pueblo, una nación, con identidad propia, y dispuesta a pagar el precio que fuse necesario para mantenerse libre e independiente.
Queremos cerrar, citando nuevamente el Manifiesto, en su párrafo de clausura:
¡Dominicanos! ¡A la unión! Se presenta el momento más oportuno. De Neyba a Samaná y de Azua a Montecristi las opiniones son unánimes y no hay un solo dominicano que no grite con entusiasmo: Separación, Dios, Patria y Libertad.
A los 170 años de la Independencia Dominicana
Rafael Díaz
Fundación Expresión Libre