Discurso Presidente Medina FAO
Discurso del Excelentísimo Señor Presidente Danilo Medina XXIV reunión de la FAO
Lunes, 29 de septiembre de 2014 Roma, Italia
Excelentísimo Señor José Graziano Da Silva,
Director General de la FAO;
Excelentísimo Señor Mario Arvelo Caamaño,
Embajador Dominicano y Presidente del Comité de Agricultura de la FAO;
Señoras y señores Ministros;
Señores Delegados;
Señores Embajadores;
Invitados Especiales;
Señoras y Señores;
Comienzo mis palabras felicitando la FAO por promover sistemas novedosos en el marco del Año Internacional de la Agricultura Familiar 2014, y orientar los pasos de los Estados para lograr la meta de “Alimentar al mundo cuidando el planeta”.
Nos complace y nos honra que los cambios que se están produciendo en la República Dominicana hayan atraído la atención internacional. Y que, como resultado, me encuentre hoy aquí, representando a mi país, en esta Vigésimo Cuarta Reunión del Comité de Agricultura de la FAO.
Compartimos con todos ustedes la idea y el compromiso de que la alimentación es un derecho universal de todas las personas que habitamos el planeta. Y luchamos día a día para garantizar esos derechos.
Estamos convencidos de que la única estrategia válida y sostenible contra el hambre es la revitalización del campo y su capacidad para producir alimentos e ingresos dignos para las familias.
Lo cierto es que, a pesar de la rápida modernización producida en las últimas décadas, la economía de la República Dominicana sigue estando fuertemente arraigada a la tierra. Para que se hagan una idea, de 155 municipios que tiene nuestro país, se calcula que 133 siguen viviendo principalmente de la agricultura y la ganadería.
En términos de empleo, el sector agropecuario es el tercero más importante, empleando a más de un 14% de la población perceptora de ingresos en nuestro país, o lo que es lo mismo, emplea a más de 550,000 personas.
Además, aunque en términos del PIB constituye el 5.9%, que podría parecer poco, lo cierto es que para la mayoría de nuestra población residente en zonas rurales, la agricultura familiar constituye aún su principal fuente de recursos, tanto en materia de generación de ingresos, como de consumo alimentario.
Eso convierte a nuestro campo en una prioridad ineludible y un motor de desarrollo con enorme potencial para el país.
Desde el primer día, trabajamos para consolidar el sector agroalimentario como una de las columnas del crecimiento económico nacional. Por eso, estamos creando empleo rural, garantizando el acceso al crédito, modernizando la infraestructura en el campo, reforestando las cuencas hídricas y avanzando hacia la consecución de los objetivos de desarrollo del milenio.
La complementariedad de políticas sociales y económicas es esencial a efectos de crear oportunidades de empleo y fuentes diversas de ingresos, así como para aumentar la calidad de vida de los productores y sus familias.
Es en el campo donde las desigualdades sociales reclaman a los gobiernos del mundo, en especial en los países en desarrollo, mayor y mejor inversión en la creación de capital humano. Y es también aquí donde tenemos mayor capacidad de reducir la brecha de desigualdad y de pobreza y mejorar sustancialmente la vida de las comunidades.
Amigos y amigas,
En los primeros 18 meses de Gobierno, en la República Dominicana la pobreza se redujo seis puntos porcentuales. O dicho de otra manera, en 18 meses hemos sacado de la pobreza a más de 500,000 personas.
Si hablamos más concretamente de pobreza rural la reducción es aún mayor, de nueve puntos porcentuales. Y esto ha sido posible, sobre todo, por nuestro apoyo al campo.
Además, como ocurre en muchos países en vías de desarrollo, creando oportunidades de empleo en las propias comunidades rurales, nos aseguramos de que las familias, que se sienten arraigadas en su territorio, puedan ganarse la vida decentemente en él. De esta forma se reduce también la presión migratoria sobre los centros urbanos.
Un claro síntoma de este cambio es que, hace dos años, las escuelas de agronomía en nuestras universidades estaban cerrando, porque no había oportunidades de trabajo para los egresados. Como resultado de la política agropecuaria, las facultades de ciencias agronómicas están abriendo de nuevo ante la renovada demanda de jóvenes que han decidido cursar carreras vinculadas al sector agropecuario.
Señoras y señores,
Solo en 2013, la producción del sector agropecuario creció un 16.5%. Este crecimiento es el resultado de la atención que están recibiendo los productores agrícolas y pecuarios en la República Dominicana.
La producción nacional totalizó casi 114 millones de quintales de alimentos producidos en un área de 5 millones 722 mil tareas sembradas. Eso significa que incrementamos en un 7% el área de superficie sembrada.
Así, garantizamos una mayor producción de alimentos en el país, una mejor oferta en el mercado y nuevas exportaciones.
De hecho, en 2013 logramos que nuestras exportaciones agropecuarias superaran la barrera de los 1,200 millones de dólares, lo que supone un 21.3% de nuestra producción.
Aunque los rubros tradicionales de exportaciones de nuestro país son el tabaco, el azúcar, el café y el cacao en los últimos años, fruto de nuestras políticas de diversificación, hemos ampliado sustancialmente nuestra oferta, de manera que ahora estos productos han sido superados por exportaciones como los vegetales orientales, el banano orgánico o las frutas, entre otros.
Para seguir incentivando este crecimiento, como saben, lo que necesitamos en muchos países del sur global es mayor acceso a los grandes mercados.
Si bien los debates sobre este asunto tienen lugar en la Organización Mundial del Comercio, consideramos que la FAO puede y debe tener un papel más protagónico en la apertura de las puertas de los mercados en dirección sur-norte, para reducir el desequilibro existente.
Señoras y señores,
Todas estas cifras de crecimiento, unidas al optimismo que viven nuestros productores, nos permiten decir que el campo dominicano está viviendo una auténtica revolución. Y buena parte de esa revolución tiene su origen en que nos hemos propuesto convertir el acceso al crédito en un derecho.
Nuestra primera medida fue capitalizar el banco agrícola y, paralelamente, mejorar también el sistema de seguro agropecuario. Con el acceso a financiamiento a intereses más bajos y la garantía que da estar asegurado, la producción se dinamizó como nunca antes.
Vean lo que ha sucedido: el aumento en la producción agrícola impulsó la demanda de préstamos en el sistema financiero. Los indicadores crediticios registraron cifras sin precedentes, comparadas con otros resultados en la historia del Banco Agrícola.
Hemos formalizado créditos por más de 636 millones de dólares, lo que supone un crecimiento del 83.5% en solo dos años.
El 65% de los créditos se destinó para proyectos agrícolas; el 13% fue para mejorar la producción de leche y carne de res y cerdo, mientras que un 2.3% fue para proyectos avícolas. Estos últimos podrían parecer un porcentaje pequeño, pero en la economía de esas familias campesinas, representan una parte vital. El otro 19% fue para apoyar a la micro empresa y al comercio.
Esta política ha permitido que sectores que apenas subsistían hayan recuperado ahora su rentabilidad y mejorado sus ingresos. Dicho de otra forma, miles de campesinos han pasado en estos dos años de gestión de tener deudas y no poder subsistir, a tener crédito, cultivar sus tierras y obtener suficientes ingresos de ellas como para vivir dignamente y devolver su préstamo puntualmente.
Otro proyecto que está contribuyendo a la expansión del financiamiento es Banca Solidaria, un programa que pone a disposición de las familias pobres, especialmente mujeres jefas de hogar, microcréditos con bajas tasas de interés y sin garantías prendarias. Ya se han abierto 65 sucursales en todo el país y durante estos dos años ha prestado más de 122 millones de dólares a más de 110 mil personas, con una tasa de recuperación de créditos del 98.8%.
Paralelamente, el gobierno impulsa un amplísimo programa de Alimentación Escolar, que en buena parte es abastecido por nuestros productores locales.
Con este programa, que supone una inversión de más de 210 millones de dólares, estamos garantizando dos comidas al día y una merienda a más de un millón 600 mil estudiantes.
Así, la construcción de cientos de nuevas escuelas con sus correspondientes comedores, nos ayuda a combatir la desnutrición y el ausentismo escolar, al tiempo que impulsa al sector agrícola y ganadero.
También cabe resaltar la labor del Instituto Dominicano de Investigaciones Agropecuarias y Forestales, que tiene un papel fundamental en nuestra apuesta estratégica para la recuperación del campo.
Este instituto ha apoyado, a través del acompañamiento tecnológico, la capacitación y asistencia técnica a pequeños y medianos productores. Y, además, se dedica a verificar los estándares de calidad y sanidad de los productos destinados tanto al mercado interno como a la exportación.
Estimados delegados,
Gran parte de los proyectos que han permitido este resurgir de la producción agropecuaria parten de lo que se ha dado en llamar “visitas sorpresa” y que son, en realidad, nuestro mecanismo para conocer sobre el terreno las necesidades concretas de nuestra gente y darles respuestas.
Estas visitas son organizadas por el Fondo Especial de Desarrollo Agropecuario (FEDA), que trabaja en coordinación con el Ministerio Administrativo de la Presidencia de la República.
Semana tras semana, hemos estado visitando comunidades rurales en cada rincón del país, para escuchar sus problemas y buscarles soluciones.
Las llamamos visitas sorpresa, porque a las comunidades no se les avisa la presencia del Presidente de la República en esas visitas, sin embargo eso no significa que sean improvisadas.
Yo mismo encabezo esas reuniones, acompañado de un pequeño equipo, porque el objetivo central es entablar un diálogo de tú a tú, que nos permita tanto a los pobladores como al gobierno llegar al fondo de los problemas y adquirir un sólido compromiso por ambas partes.
El resultado práctico de estos encuentros va desde la concesión de créditos para el desarrollo de cooperativas, a brindarles asistencia técnica o a la construcción de infraestructuras para el desarrollo de la comunidad.
Lo importante es que lleguemos a un consenso de qué se necesita para beneficiar al mayor número posible de personas y para garantizar que puedan producir y generar ingresos de ahí en adelante.
Además, en esos encuentros insistimos siempre en dos puntos fundamentales: la promoción de la asociatividad y la necesidad de devolver los recursos prestados.
La primera, porque sabemos que la única manera de que nuestros productores sean competitivos es asociarse y crecer. De esta forma, no solo fortalecemos el tejido productivo, sino también el social. Ahora tenemos pueblos cuyas familias luchan por un objetivo común y están produciendo como nunca antes.
Estamos convencidos de que el papel de las asociaciones de productores es fundamental. Porque el cultivo de subsistencia, basado en el minifundio, perpetúa el círculo vicioso de la pobreza y es incapaz de dar solución a los desafíos de un mundo cada vez más complejo y más competitivo.
La segunda condición no necesita mucha explicación. Nuestro gobierno, a pesar de las limitaciones presupuestarias que enfrentamos, hace el esfuerzo de prestar a bajo interés y con periodos de gracia a nuestros productores, pero este sistema de apoyo solo será sostenible si los fondos se reembolsan y pueden seguir invirtiéndose.
Además, con esta estrategia rompemos también con la cultura asistencialista, para promover un modelo de corresponsabilidad, que dignifica a las comunidades al tiempo que hace más eficientes las políticas gubernamentales.
Los resultados de estas iniciativas no se están haciendo esperar. Estamos sembrando extensiones de terreno que llevaban años sin ser productivas, mejorando sustancialmente los ingresos de las familias y llevando empleo y desarrollo hasta los lugares más recónditos de nuestro territorio.
Amigos y amigas:
En estos dos últimos años, hemos realizado ya 76 de éstas visitas y hemos recorrido las 31 provincias que tiene nuestro país. Nuestro objetivo ha sido siempre impulsar los proyectos productivos en las comunidades que nos reciben.
Para ello, hemos implementado un modelo solidario que no se limita a otorgar financiamiento a los pequeños productores, sino que los incentiva a formar asociaciones y cooperativas. Apoyándolos también con infraestructura, comunicaciones, procesamiento del producto y acceso al mercado.
Hasta el momento, estas visitas han supuesto 504 compromisos, que se concretan en 303 proyectos productivos y 198 proyectos comunitarios. En conjunto, esto supone un presupuesto de 283 millones de dólares.
Déjenme decirles que no hay un solo lugar en donde no se haya generado empleo como consecuencia de esas visitas. De hecho, ya se han creado 50 mil 841 empleos directos y 127 mil 700 indirectos.
Es decir, no estamos regalando pescado a nadie, sino ayudándolos a pescar y más que eso; a hacer de esa pesca un negocio rentable capaz de crecer y mejorar la vida de sus familias y comunidades de manera sostenible.
Ese es el impacto fundamental que queremos lograr. Reforzar el tejido productivo, crear y desarrollar nuevas oportunidades de negocio y eliminar los obstáculos que impedían a las familias y comunidades salir de la pobreza.
Este es, señoras y señores, el modelo que está transformando el campo en la República Dominicana de manera sostenible y duradera.
Un modelo que se caracteriza por llevar más productividad y más empleo a áreas del país que habían permanecido olvidadas. Y, con ellas, garantizar más derechos sociales y menos desigualdad.
Distinguidos delegados,
Estos cambios en las prioridades nacionales y este nuevo impulso al campo tienen tras de sí un fuerte componente de voluntad política. Es decir, no es tanto una cuestión de grandes recursos, sino de decisión.
A menudo nos sorprendemos del enorme impacto que podemos tener con cantidades de dinero pequeñas, pero bien orientadas.
Trabajamos sin importar el signo político de las personas que son beneficiarias de los proyectos que financiamos. Porque sabemos que, finalmente, nuestro trabajo solo tendrá éxito si cuenta con el apoyo del conjunto de la sociedad dominicana.
La respuesta de la gente que visitamos cada semana nos demuestra que estaban esperando desde hace mucho que el gobierno se humanizara, que se preocupara por ellos, que trabajara por ellos, que confiara en ellos.
Esto es lo que hemos venido haciendo. Y espero haberles podido transmitir algunos de los resultados que esta nueva colaboración entre Gobierno y sociedad están logrando.
Comprendemos, por supuesto, que no es un modelo aplicable a todas las realidades. Nuestro territorio no es tan grande y eso nos permite abarcar gran parte en poco tiempo.
Sin embargo, más allá de los medios que se utilicen o de las dimensiones que se enfrenten, una cosa es cierta. Gobernar con el oído en el corazón de la gente, desde el diálogo y la confianza, da siempre mejores resultados que hacerlo desde arriba. Esa es, al menos, mi humilde experiencia.
Pueden estar seguros de que, en estos dos años de gestión que tenemos por delante, vamos a seguir luchando para que la agricultura y el campo dejen de ser vistos como un problema pendiente y pasen a ser, por el contrario, la solución a muchos retos del siglo XXI.
Vamos a continuar trabajando con responsabilidad para asegurar que la República Dominicana sea capaz de alimentar hasta el último de sus hijos e hijas.
Y para asegurarnos del impacto que estas políticas tienen en términos de creación de empleos y mejoramiento en la generación de ingresos de las personas con las que trabajamos en estos proyectos, hemos contratado un estudio de impacto al Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), que esperamos tener en nuestras manos en los próximos meses.
Esto nos permitirá disponer de una herramienta válida e independiente, para poder hacer las correcciones que sean necesarias.
Distinguidos señores,
Están todos invitados a conocer nuestro país y vivir de cerca la transformación que hemos puesto en marcha. Muchas cosas están cambiando hacia un futuro con más esperanza y oportunidades para nuestra gente.
Estoy seguro de que, en los próximos años, la República Dominicana seguirá siendo fuente de buenas noticias, ¡seguiremos siendo el país que es capaz de hacer lo que nunca se ha hecho!
¡Muchas gracias!